Memorias

[Nota previa: No soy fan del Rosa/Cecil, pero es la mejor idea que se me ha ocurrido xD]

 

Una forma de decir claras las cosas sería la frase “cómo nos cambia la vida”.

 

Ella podía recordar con claridad el momento en que conoció al que es ahora su esposo, en un principio como un niño tímido y que habitualmente buscaba la aprobación de su padre, el rey, o que estaba en sus primeros entrenamientos como caballero con su gran amigo, Kain.

 

Recuerda el momento en que conoció a ambos, un día de lluvia en el cual su amado y su mejor amigo habían escapado de palacio debido a una travesura que habían realizado y del cual se iban a ganar muchos problemas cuando los encontrasen. Ella, ingenua y mirando la sonrisa de los otros dos, sin dudar se unió al juego y, sin preguntarles nombres o intenciones, los escondió dentro de su hogar, pues su madre no estaba en casa. Ambos estaban empapados y el miedo podía notarse pese a su diversión, mas ella los tranquilizó y pasaron la tarde conversando hasta que su madre los descubrió y mandó a los dos pequeños a Palacio. No supo de ellos por un tiempo, pero cuando se volvieron a ver, se dio cuenta que ellos no la habían olvidado, al igual que ellos seguían en sus recuerdos.

 

También fue un día de lluvia en el cual Kain, poco antes de convertirse en dragoon le declaró sus sentimientos. Fue en ese momento en cual su corazón se dividió pues, aún cuando sentía un gran afecto por el rubio, su corazón estaba casi por completo dirigido al Dark Knight, pese a que él la había rechazado por temor a hacerle daño. Tuvo que conversar razonablemente con Kain, intentando no lastimarle demasiado pero sabía bien que el estoico guerrero tenía un corazón frágil, el cual era fácil de romper. Lo dejó ir, pero supo que a partir de ese momento los sentimientos ya no serían los mismos.

 

Finalmente fue un día de lluvia en el cual Cecil, ya un orgulloso Paladin, y ya habiendo vencido a Zeromus, le había propuesto matrimonio. El peliblanco le había reconocido que no eran las mejores circunstancias, pero que, ya que un día de lluvia se habían conocido, también debía ser en un día como ese el momento de realizar su pedido.

 

Ciertamente, muchos habían murmurado que una petición así jamás debió de hacerse en un día tal, pues la lluvia era signo de tristezas, pero ambos pudieron reconocer las bendiciones de sus antepasados y el deseo de prosperidad para ambos, a la usanza de los antiguos tiempos, por lo que hicieron oídos sordos y comenzaron los planes de matrimonio. Afortunadamente para el pueblo, ambos fueron lo suficientemente sensatos para no realizar la boda en un día lluvioso, por consideración a sus grandes amigos, mas Cecil ordenó instalar una gran pileta de agua en el patio principal de Palacio, como señal de la prosperidad que el agua les había otorgado.

 

Y ahora, en un día de lluvia, ella se dio cuenta de que pronto tendría que decir a su amado que sería padre, pues pudo sentir cómo una nueva vida se formaba dentro de ella. Ojala su llegada traiga tantas bendiciones como la lluvia que cae fuera de la torre…

 
 
 
 
 
 
 
 
 
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