Sueño prohibido

Ella era tan perfecta para él. No sólo era madura, no solo parecía complementarlo a la perfección cuando la que realmente era su destinada, su amada era tan torpe e incapaz de comprenderle.

 

Ella, cuando lograban encontrarse en las noches, sabía lo que él necesitaba. Era tan apasionada que lograba sentir cómo el mundo desaparecía alrededor de ellos cuando se amaban. Sólo con ella sentía moldearse por completo hasta saberse desaparecer para ser sólo uno con ella. En tanto, su amada le decía que tenía que esperar al día en que realmente se casaran, con sacerdote, fiesta y todo. No lo entendía, no comprendía que él, como hombre, tenía sus necesidades para ser pleno… Y ella, su amante, no sólo lo satisfacía, sino que ella misma parecía satisfacerse por completo…

 

Antes de saber que su sentimiento era mutuo, él sólo podía creer en el destino con su amada, en la hija que estaba por venir y en el destino de Cristal que le estaba preparado. Ahora, sólo quería mandar todo al basurero y crear su propio futuro, con ella, sin la responsabilidad de algo que nunca había deseado en su vida.

 

¿Cómo había llegado a esto? No lo sabía y a estas alturas tampoco le interesaba. Quería vivir ese nuevo destino con su real amante, no con alguien que realmente no le hacía feliz.

 

Sus cabellos verdosos corrían libres con el viento. Aquella noche habían decidido amarse cerca del mar que ella tanto amaba. Él, su cabello negro apoyado en la arena, la sostenía firmemente en sus brazos.

 

- ¿Acaso no puedo quedarme contigo?- preguntó él, temeroso

- Sabes que no, que nuestro destino es estar separados eternamente. Tú, al lado de tu Reina, cuando tu mundo sea llevado a la perfección. Yo, acompañada por mi compañera, exiliada de este mundo para estar en una soledad eterna. Si nos oponemos al destino, ¿seríamos realmente felices? Tarde o temprano, el destino se puede poner en contra de nosotros y, ¿qué podríamos hacer?

 

El silencio fue su única respuesta. Mas, ese silencio fue pronto interrumpido por el sonido de un ataque que obligó a separarlos

 

- Entonces era por eso que cambiaste, ¿no, Michiru? – se escuchó una voz grave, que parecía luchar contra su propia tristeza

 

La aludida tuvo la decencia de tapar su desnudez, mientras el varón se ponía delante de ella, con mirada dura

 

- No lo entiendes, Haruka – dijo él:- Tú sabes al igual que nosotros que estamos atados a un destino. ¿Acaso no podemos oponernos a él? ¿Acaso no podemos alcanzar la gloria desafiando al destino y construyendo el propio?

- Es mejor estar atados al destino que sufrir la ira de los dioses. ¿Acaso no se dan cuenta que están dañando al mayor resplandor de la Galaxia? ¿Acaso no se dan cuenta que nuestro futuro desaparecerá si nuestra Princesa se da cuenta?- insistió Sailor Uranus, con ira

- Ya es tarde – se escuchó una voz detrás de ellos

 

Todos se sorprendieron al ver a la Princesa Lunar, no en su atuendo de Senshi, sino que vestida en su Traje Real, mirando con tristeza y una extraña frialdad a los presentes. Estaba acompañada por las Inner Senshis, quienes miraban con seriedad a la pareja.

 

- Serena… Yo… - dijo el hombre, con algo de nerviosismo a su amada

- No tienes que dar explicaciones, Darien, yo sí comprendo bien porqué lo has hecho. No por nada mi madre mandó al exilio a mi padre, ya que tenía las mismas necesidades  que tú – y su voz sonaba despreciativa, con algo de ira: - Sin embargo, como aún no estamos ligados y no ha nacido la heredera a mi Dinastía, tendré que mantenerte a mi lado aunque realmente no lo desee… Y lo peor de todo es que tendrás que vivir con el recuerdo de todo esto… Al contrario de ella – y miró con desprecio a la peliverde

- No eres capaz de hacer daño a nadie – desafió Michiru - ¿Qué puedes hacerme?

 

Con un movimiento de su mano, la pareja se vio rodeada de las Senshis, quienes los apartaron con violencia. Extrañamente, Rei y Amy fueron las que más violencia usaron contra los amantes.

 

- Como he dicho, Darien mantendrá el recuerdo de lo vivido hasta el día en que se reúna con sus ancestros… O quizás, si actúa bien, se queda a mi lado como supuestamente estaba destinado, en tanto que tú… - y miró con una mirada fría a la Senshi de Neptuno: - En tu mente desaparecerá cada recuerdo de lo vivido y tendrás que vivir como guardiana en el límite exterior del Sistema Solar, atada a la voluntad de Sailor Uranus – y ante la mirada de horror de la otra, prosiguió:- No te preocupes, confío más en su juicio que atándote a mi propia voluntad – y esta vez sonrió con crueldad

 

Uranus no respondió ni alegó en contra de la decisión. Sabía bien que esa era la sentencia más barata que podía dar una miembro de la Dinastía Lunar

 

- Serena, no le hagas esto – alegó Darien: – Sabemos que lo que hicimos no era lo correcto, pero algo así…

- Es lo más liviano a lo que podía sentenciar – le interrumpió la Princesa: - Además, no te preocupes, puedo llamarlas de vez en cuando para entretenernos…

 

Por el tipo de mirada que mostró, Darien se dio cuenta que no era el único que sufría por un amor prohibido. Además, la mirada de Haruka, tan sombría, le hacía ver  que ellos dos no eran los únicos condenados a estar separados.

 

- Por favor, Princesa, no esto, por favor – suplicó Michiru

- ¿Ahora suplicas? Tú, que deseabas tomar a mi hombre para construir tu destino… - y en su rostro no quedaba nada de la niña dulce que había aparentado siempre – Lo siento, pero  una vez que se dicta sentencia en frente del Cristal de Plata no se vuelve atrás – y, para horror de la pareja, en su mano resplandecía con fuerza el Cristal. Mas, el brillo del Cristal no era cálido como en otro tiempo, sino que su energía era fría, como su portadora

 

- Serena… - suplicó Darien

- El tiempo se ha acabado – sentenció la futura Reina:- Haruka, llévate a esta traidora. Sé que estando acá en la Tierra mi poder no es suficiente, pero ya estando en su planeta el Cristal de Plata obedecerá mi orden

- Hai, Hime- obedeció la Senshi del Viento, inclinándose levemente para luego tomar firmemente del brazo a su otrora amada, ahora simplemente su mascota

- Haruka, por favor – dijo Darien

 

Al escuchar la voz del pelinegro, la rubia perdió el control y, soltando por unos instantes a su prisionera, le cargó un puñetazo en el rostro que de seguro le dejaría huella por mucho tiempo

 

- Eso es por tocar a mi sirena – exclamó, para luego darle otro golpe, mucho más duro en el estómago: - Y esto… Esto es por dañar el corazón de Mi Reina.

 

Luego, sin decir más, tomó a Neptune y, ante la insistencia de la otra, la llevó arrastrando hasta el punto donde pudieran teletransportarse sin causar daño a ninguno de los que lo rodeaban.

 

Después de que las otras dos desaparecieran, las Inner Senshis, con excepción de Mina, guardia real de la Princesa, rodearon a Darien y, con el poder del Cristal de Plata, apareció el Cristal Dorado en frente del varón, haciendo automáticamente que aparecieran las ropas del Príncipe Endymion

 

- ¿Qué demonios? – preguntó él, sin controlarse

- Ahora las Senshis te escoltarán a la Iglesia donde se realizará nuestro matrimonio, obviamente. Ahí está esperando todo el mundo para presenciar la ceremonia. Espero que te comportes como el hombre que dices ser y que obviamente digas que sí cuando el sacerdote haga la pregunta. De lo contrario, Haruka tiene la orden de matar a Michiru de la manera más placentera que tenga. Por lógica, ella no lo haría de buena manera, mucho menos si la sigue amando, pero verás… El haberla hecho mi amante tiene sus ventajas, ¿sabes? Pude influenciarla lo suficiente con mi poder para que me obedezca- dijo, sin un ápice de vergüenza

- ¿Cómo eres capaz de hacer esto? ¿Acaso no eres la Regente de la Galaxia?- insistió Darien

- ¿Qué? ¿No lo sabías? Las regentes del Cristal de Plata no somos amadas, sino que respetadas y temidas, mucho más si existe un imbécil que rompa nuestro corazón. Es cierto que el Caos nunca tocará nuestro corazón, pero hay cosas mucho peores que el Caos, amado – y tocó su rostro con uno de sus dedos:- Lástima que llegaste a ser ese imbécil, sino las cosas serían muy diferentes – y, luego de darle una bofetada, miró a las Senshis:- Amy, Lita y Rei, llévenselo

 

Ellas, sin mediar palabra, asintieron y, tomándolo de los brazos, lo arrastraron hacia una limosina que les esperaba

 

- ¿Qué creen que están haciendo? ¿Acaso no se dan cuenta que han sido influenciadas por Serena?- gritó el Príncipe

- Sólo lo llevamos a su sentencia, príncipe – respondió Rei, con sorna

- Algo que debimos haber hecho de siempre – continuó Amy, tan fría como la misma Serena:- Asegurarnos de conseguir la felicidad de nuestra Princesa

- ¿Acaso no tengo el derecho a ser feliz?- reclamó el Príncipe, airado

- Lo tenías… Pero perdiste esa oportunidad cuando renunciaste a tu amor seguro por una chiquillada que haría cualquiera de nosotras, no tú- respondió Lita, con seriedad y algo de tristeza en la voz.

- No lo entienden, yo amo a Michiru… Es cierto que amo a Serena, pero la pasión, la correspondencia, eso ella no lo puede entender – insistió él

 

Como respuesta, recibió una bofetada de Rei

 

- ¿Qué no te diste cuenta? Si buscó a Haruka fue porque no sentía amor por parte tuya. ¿Cómo fuiste lo suficientemente hombre como para hacer lo prohibido y tan cobarde como para intentar hacer feliz a la que supuestamente amas? Realmente, ya no te puedo creer

 

Él siguió alegando y pronto sus ojos se llenaron de lágrimas. Sin embargo cada reclamo cayó en oídos sordos, pues las guerreras ya no le hablaron más. Él estaba sentenciado a vivir sin amor… Y su real amor, sentenciada a no recordar que alguna vez le amó.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
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