Regreso

“Llegaré a las diez”

 

Aquellas palabras que estaban en aquella carta hicieron saltar mi corazón. No me dice qué día llegará, pero llegará a las diez. ¿Será de la mañana o de la noche? Puede ser que ame demasiado a Syaoran, pero esta incertidumbre hace que me muera de los nervios.

 

- ¿Estás bien? – escucho la voz de Kero y me mira preocupado, como si tuviera algo en la cara

- Estoy bien – respondo y oculto la carta de mi amado bajo la almohada, intentando que no se de cuenta

- No me parece. Pareces nerviosa… ¿Será por ese mocoso?

 

Ante eso pareciera que la sangre se me sube a la cabeza

 

- ¡No es mocoso!- le grito, un poco aburrida que lo trate así

- Entonces sí es por él- concluye, triunfante

 

¡Rayos! Caí en su trampa

 

- Sólo es porque me llegó su última carta- intento defenderme

- ¿Y qué te dice?

 

Iba a reclamar cuando escucho la voz de mi papá llamándonos a tomar desayuno. Es cierto que aún no se acostumbra por completo a la existencia de Kero, o que yo posea magia… Mucho menos que él mismo sea una de las mitades de la reencarnación de Clow, pero al menos estoy feliz de no tener que guardar más secretos.

 

Bajo, lo saludo y saludo a mi madre. Ahora que mi papá puede ver al espíritu de mi madre, tengo la fe que ella está ahí, cuidando de nosotros.. Tomo desayuno y me dirijo a la secundaria Tomoeda.

 

A la entrada me espera Tomoyo

 

- Buenos días, querida Sakura – me saluda

- Buenos días, Tomoyo – contesto

 

Me mira a los ojos y sonríe más ampliamente. Al parecer se ha dado cuenta de cómo me estoy sintiendo

 

- No deberías estar tan ansiosa, no sea que hoy no resulte como esperabas – me advierte, y con eso siento como si mis pies tocaran tierra nuevamente

 

Intento sonreír, pero ahora me cuesta más que antes. Ella se da cuenta, así que sólo me dice que entremos a clase, antes que nos atrasemos.

 

***

 

La mañana pasó lentamente, mucho más dándome cuenta que pasaron las diez de la mañana y no se vio su silueta por ningún lado.

 

Más encima, como todo mal día, me hicieron un examen sorpresa de matemáticas. Además me caí cuando estaba practicando mis acrobacias en el club de porristas y finalmente, cuando pensaba que al fin podría ir a casa a descansar, me llama papá para avisar que están fumigando…

 

Realmente, ahora sólo quiero llorar…

 

- Ya, ya Sakura… Tranquila- me dice Tomoyo mientras me mira con preocupación

- Pero es que quiero tanto verlo, estar con él…- y sin querer, dejo que las lágrimas se deslicen libremente por mis mejillas.

 

Puedo sentir el abrazo de mi amiga, pero tanto anhelo ese otro abrazo que siento que nada en este mundo me va a consolar…

 

***

 

Llega la noche y al fin puedo llegar a casa. Siento como si mi cuerpo estuviera usando las últimas energías que le quedaban y abro la puerta

 

Para mi sorpresa, me doy cuenta que la casa está totalmente arreglada, como si estuviéramos esperando un visitante importante. Además, noto que el olor de la comida de mi papá se siente tan delicioso, que me siento como si no la hubiera probado en mucho tiempo…

 

- Sakura, ¿qué esperas?- escucho la voz de mi padre: - Anda a darte un buen baño para que podamos cenar

 

Confundida, respondo afirmativamente y voy al cuarto de baño… Aunque, ahora que lo pienso, un baño es lo mejor que me puede aliviar en este momento.

 

Dejo que el agua corra en la tina y me sumerjo en ella dejando a un lado mis tristes pensamientos e intentando sentir que pese a todo el día fue especial para mí, aunque no haya sido agradable. Cierro los ojos mientras comienzo a sentirme en paz.

 

- ¡Sakura! ¡La cena está lista! – escucho la voz de mi padre

 

Parpadeo un poco, dándome cuenta que estaba por quedarme dormida. Salgo de la tina y me dirijo a mi habitación para cambiarme de ropa. Para mi sorpresa, ya estaba listo lo que debía ponerme y, de acuerdo a lo que veo, es algo sumamente elegante. Aunque lo dudo por un instante decido vestirme y bajar.

 

Veo que mi papá también está arreglado, como si esperáramos a alguien muy importante

 

- Papá… ¿Qué estamos celebrando?- pregunto, ya muy intrigada

- Estamos celebrando una visita muy especial… Ya casi llega- me dice, mientras mira la hora en el reloj que tenemos

 

Me confundo un poco, pero al ver la sonrisa de tranquilidad de mi padre intento tranquilizarme. Era cierto que el día no había sido bueno, pero ¿qué más me podría pasar hoy?

 

Escucho el sonar del timbre. Me levanté para ir a abrir, pero mi padre fue más rápido y salió antes, como si quisiera evitar que supiera de quien se trataba. Como no escuché más ruidos, supuse que habían salido afuera para conversar. La intriga volvió a mi mente, pensando porqué tanto misterio, mas, como si hubiera recibido respuesta de lo alto, mi papá vuelve a entrar y me mira con algo de diversión.

 

- ¿Y quién era?- pregunté

- Ya sabrás- me responde mientras saca una venda – Pero antes necesito que te pongas esto

 

Lo miro confundida y muevo mi cabeza afirmativamente, dejando que él me ponga la venda en los ojos. Por un momento pensé que era mi hermano o Yukito que me traían un regalo sorpresa, pues había perdido las esperanzas de que se tratara de mi Syaoran.

 

Cuando mi papá se asegura que no veo en lo absoluto, lo escucho salir de la habitación. Luego todo queda en silencio hasta que escucho dos pares de pisadas.

 

Luego, sólo fue dejar que mi corazón saltara a mil por hora, mientras sentía unas manos acariciar mi rostro con gentileza y aquel tacto era tan especial que me di cuenta de inmediato a quien pertenecían.

 

- ¿Acaso ya estoy soñando? – pregunto, sintiéndome relajada

- No, aún sigues despierta – responde el dueño de aquellas caricias y con dulzura saca la venda para luego ponerse delante de mí

 

Él seguía tan hermoso como siempre, mucho más cuando sonreía levemente, lo que era un regalo para mi vista. Por como estaba vestido, podía distinguir claramente los años de entrenamiento reflejado en los músculos que había desarrollado. Su mirada, sincera como siempre, penetraba mi alma como si se preguntara si aún sentía lo mismo por él.

 

- Syaoran… - murmuro, emocionada

- Disculpa si no te dije a qué hora iba a llegar… Pero ya estoy aquí – me dice, mientras acaricia mis mejillas, las que ya están húmedas por las lágrimas

- Sí, ya estás aquí… ¡Te extrañé tanto! – reclamo y me arrojo a sus brazos, permitiéndome llorar, esta vez de alegría

- Y yo a ti… Anhelaba tanto regresar aquí… - me dice, mientras me aferra a sí, acariciando mi cabello

- Ya tendrán tiempo para compartir juntos… No dejemos que esta cena de celebración se enfríe- dice mi papá mientras sonríe al verme feliz

- Papá… ¿De cuándo lo sabías? – pregunté al ver que todo había estado listo de un principio

- En la mañana me dijo Kero que estabas ansiosa, además luego recibí una llamada de Li para confirmar su llegada hoy, así que hoy dejé el trabajo de lado para arreglar acá… Te lo mereces, hija… Ambos lo merecen - me responde y nos mira con su habitual gentileza

 

La cena pasa tranquilamente, aunque estoy tan feliz de tener a Syaoran a mi lado que de vez en cuando le tomo la mano, haciéndolo sonrojar. Así veo que hay cosas que aún no cambian en él.

 

Finalmente, mi padre nos deja solos y le recuerda a mi amado que esta noche se quedará en el cuarto de Touya. Nos da las buenas noches y se retira a dormir.

 

Al instante me acurruco nuevamente en los brazos de mi amor, como si no quisiera dejar que el día se terminara y despertara mañana sin verlo ni tenerlo a mi lado

 

- ¿Y cuánto tiempo estarás aquí? – pregunto

- No sé… ¿Cuánto tiempo te gustaría que estuviera acá?- me replica, con algo de picardía

 

Lo pienso un momento

 

- La verdad es que me gustaría que estuvieras siempre conmigo, que ya no te fueras más – respondo, aunque me avergüenzo de mi egoísmo

 

Noto que él sonríe un poco más y me da un beso en la frente

 

- Entonces tu deseo se ha concedido – concluye

 

Lo miro por un instante, sorprendida

 

- ¿Te quedarás acá? – pregunto nuevamente – ¿Ya no te irás a Hong Kong?

- Me quedaré acá… Porque ya no quiero apartarme de ti, mi hermosa Sakura – y se acera para darme un dulce beso en los labios.

 

Siento como si me derritiera ante aquel beso. Cierro los ojos para permitirme disfrutar del momento, al menos hasta que nos vimos obligados a apartarnos.

 

Ya no sé qué decir. Me apego a él y cierro mis ojos, sintiéndome amada y especial por primera vez en mucho tiempo. 

 

Finalmente, mi día no fue especial, sino que fue el mejor día de mi vida…

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
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